lunes, 9 de febrero de 2009

RAREZAS DE UNA PERIODISTA DE NACIMIENTO


Pasa el tiempo y me voy dando cuenta de las cosas. La pena ahora mismo es que sé que esta entrada no se la va a leer nadie de los que yo quisiera, porque ya tengo experiencia en lo que yo llamo mi "literatura protesta" y sé las repercusiones que posteriormente tiene.
Desde siempre me he sentido una niña rara, alguien que siempre ha estado fuera de lugar. Mi mundo pertenecía a Andalucía y a España, pero no al planeta Tierra.
Odiaba el colegio y lo decía con toda la sinceridad del mundo a pesar de haber tenido una maestra que era igual que un dictador. Pocas son las veces que he jugado a la escuelecita, pues era como no desconectar en mi tiempo libre. Si alguna vez me he puesto a jugar con otra niña a este juego, acababa mala: ¡Qué asco de escuela! También hay que decir que mi odio hacia el colegio no tiene toda la culpa de mis malos ratos, porque sentirse manipulada por niñas dominantas también tenía castaña.
Todos los niños cuando somos pequeños intentamos imitar lo que vemos de los mayores. En teoría, lo mejor es ser uno mismo y si sabes muchas cosas, siempre y cuando conserves la humildad, será bueno. En teoría, porque en la práctica... Mi afición por la escritura y por lo medios de comunicación no es de ahora, me viene desde muy pequeñita. Siempre he tenido las dos aficiones muy entremezcladas y a lo mejor esto parecerá una tontería, pero siempre se me ha mirado mal el que yo incluya personajes famosos en mis cuentos. Por no decir que tengo muy buena memoria para todo lo absurdo y lo que veía en la televisión, se me quedaba en el recuerdo para siempre. Luego soltaba el rollo que me aprendía de la tele donde fuera y ya se me consideraba la niña más repelente del mundo. Recuerdo que las mayores obsesiones que tuve al terminar mi infancia fueron Miguel Induráin y los Juegos Olímpicos de Atlanta (patriota española hasta decir basta, no lo puedo evitar). Tenía ganas de venir a Santaella y compartir mis emociones deportivas con los demás, pero tenía que callarme porque mientras para mí una medalla olímpica por parte del equipo español significaba pleno orgullo, para la gente no significaba nada. Y que ni se me ocurriera llamar a ningún deportista por su nombre, que según mucha gente, eso era de ser repipi y de dármelas de que sabía mucho. Si me hubiera pasado eso ahora, habría mandado a todos al carajo, pero como en esa época solo tenía doce años, todo me afectaba demasiado.
¿Por qué tenía que ser yo tan rara? ¿Por qué me gustaba jugar a las presentadoras y no a las maestras como se supone que era lo normal? ¿Quién me mandó tener tan buena memoria? Y lo peor de todo: ¿por qué había tantísima gente empeñada todos los días en ser superior a mí? Yo nunca he querido ser ni mejor ni peor que nadie, únicamente quería ser normal. Hubo un tiempo, allá por los once años, en el que me sentía una niña más y sinceramente, no hay nada mejor en este mundo que sentir que eres normal, así que no entiendo el empeño de la gente por destacar aunque solo sea a base de pisotear a los demás: ¡Con lo mal que lo pasa uno sintiéndose raro!
De adolescente mejor ni hablar. Solo decir que en muchísimas ocasiones he tenido que fingir ser tímida y no saber de nada para que los demás me aceptasen y me considerasen normal.
Una vez entré a la universidad, concretamente a la facultad de Traducción e Interpretación, dejé mi falsa timidez enterrada en Santaella ya que descubrí que siendo una chica sin sentido del ridículo, caía bien a la gente. Además, más de un profesor me dijo que no tener vergüenza de nada era una virtud muy grande. El primer año estuve muy bien, pero una vez pasó, volví a encontrarme con los tipejos angustiados por sentirse superiores a todo el mundo, incluida yo. Y es que a más de uno le interesaba que yo fuera tonta, pero no de las que dicen tonterías, sino de las deficientes mentales. Pensaba terminar esa carrera, pero después tenía bien claro que quería estudiar Periodismo. Hubo quien me dijo que nunca dejara Traducción, que una licenciatura es una licenciatura. Vale, ¿entonces Periodismo que es, "derecho al campo"? Muchos se ofenderían al ver esto escrito, pero es la verdad: a más de uno y a más de dos le he contado más de una vez que mi sueño es ser escritora y periodista de deportes y se han reído de mí en mi cara, pobrecitos.
Ahora estoy estudiando Periodismo y no voy a decir que mi relación con la gente esté mejor que nunca porque sería mentir. Además, la gente que no confiaba en mí me dio la espalda el año pasado. Bueno, basta ya de hablar de la gente. Creo que con todo lo dicho anteriormente ya tengo más que homenajeados a todos los traidores y desmoralizadores profesionales que han pasado por mi vida. Lo que quería decir es que ahora sí que me siento cómoda llamando a cada uno por su nombre, compartiendo mi vocación de informar con los demás, careciendo del sentido del ridículo, imponiendo mis sentimientos por encima del "qué dirán" (recordemos que vivimos en una sociedad en la que está permitida toda libertad de expresión menos la mía). Ahora comprendo por qué me comportaba de esa manera cuando era chiquita. Ni era rara, ni era repelente, ni era subnormal: simplemente apuntaba maneras de ser periodista en un futuro y tener muchas aptitudes para la escritura. Es cierto que se pasa muy mal teniendo tanta creatividad en la cabeza porque te sientes diferente y casi nadie te comprende. Sin embargo, esta "virtud" no es del todo mala porque un par de líneas bien escritas y una información bien elaborada compensan todas las penas y en el fondo te hacen sentir feliz.

Posdata: un abrazo muy fuerte a la familia de Marta del Castillo y desde aquí mi más sentido pésame. Ojalá nadie apostase por nuestras ilusiones pero al menos nos dejaran vivir, que es el regalo más grande que nos ha dado Dios y nadie tiene derecho a quitárnoslo.

CREATIVE COMMONS

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

jueves, 5 de febrero de 2009

BACKSTREET BOYS FORMAN PARTE DE UNA HISTORIA


Cuando yo era adolescente y escribía historias, me gustaba ponerme a mí misma como personaje secundario dentro de mis relatos. Solía ser amiga de la protagonista o de otro personaje secundario y mis diálogos decían cosas sacadas íntegramente de la realidad. Recuerdo el relato de "Nadie como respuesta", donde la protagonista era Lluvia, una chica que, como todos mis personajes, en algunas cosas se parece a mí y en otras me lleva la contraria por completo. Si había algo esencial que nos distinguía a Lluvia y a mí es que a mí me encantaban los Backstreet Boys y ella daba dinero con tal de no verlos. Ese libro era muy interesante si lo leías en profundidad y me conocías, entonces se te caía el alma. No llegué a terminarlo e incluso a día de hoy, aún no me queda bien claro el final, pero sí que había una parte donde aparecían los Backstreet Boys. Nunca llegué a escribir esta trama, pero había una escena donde íbamos en coche hablando de ellos y yo decía algo así como que tenía quince años y al tener una vida tan corta y al haberme venido tan recientemente de Badajoz, donde escuchaba al quinteto de Orlando con mis amigas, los Backstreet Boys formaban parte de mi vida y me producían melancolía.
No sería plan de contar todas mis peripecias de aquella época en la que me gustaban los Backstreet Boys, solo decir que fui una de esas chicas a las que les tocó pasar por la adolescencia entre 1996 y 2000 (creo que mi edad del pavo comenzó la segunda quincena del mes de enero de 1997 porque antes solo me gustaba jugar a las muñecas y no me gustaban los tíos), así que soy de aquella generación que admiraba a los chicos de moda de aquel momento: Nick Carter, Brian Littrell, Kevin Richardson, A.J. Mc Lean y Howie Dorought. Sí, durante los años 90 se pusieron de moda las boy band, o sea, bandas de cinco chicos que te los vendían como tíos buenos, enseñaban sus pectorales y sabían bailar muy bien. Creo que la primera boy band fue The New Kids on the Block, después llegó Take That, más tarde, Backstreet Boys y después de estos, ya no me acuerdo del orden, pero aparecieron Five, N'Sync, Boyzone y unos cuantos más. Ahora los chicos que le gustan a las niñas son los Tokio Hotel, que no sé ni cuántos serán, pero aunque lo poco que he escuchado de ellos no parece música de boy band, sí que tienen algo que ver con ellas. El chico más deseado de la generación anterior a la mía fue Mark Owen, el de la mía fue Nick Carter, en la actualidad es el vocalista de Tokio Hotel... Conclusión: parece ser que cuando somos adolescentes, nos van las nenazas.
Yo los veía guapísimos. Daba igual que Nick Carter tuviera no sé cuántas espinillas en la cara (en su día se las conté), a mí me gustaba con todas ellas. Y así todos, menos A.J. que lo veía feo. Brian era para mi amiga Saray y Kevin, para mi amiga Rocío. A mí me gustaba Raúl (el del Real Madrid, que no es un sexto Backstreet Boy), pero tenía de repuesto a Howie y a Nick (hasta que Nick me lo quitó mi amiga Amparo). Tenía la esperanza de verlos alguna vez y por qué no, que ellos se enamorasen alguna vez de nosotras, ¡pues ninguno tenía novia! Sin embargo, en los videoclips salían con unas tías que eran modelos (menudo trauma era eso para mí) abrazaditos a ellas y haciendo verosímil el amor que mostraban en sus canciones. A nosotras nos hervía la sangre cada vez que los veíamos ligar con otras y yo bauticé a las chicas de sus vídeos como Las capullas. Hoy ya no veo guapos a los Backstreet Boys, pero sigo pensando que los creadores de esos videoclips ponían ahí a Las capullas para darnos envidia a las fans.
Entre mi época de fan de los Backstreet Boys y ahora, también hay una etapa intermedia. A los quince años escuché por primera vez a Melón Diesel, que al igual que Backstreet Boys, también era un quinteto, pero nada que ver en absoluto con una boy band. Una vez leí que Melón Diesel era un grupo para quinceañeras y pensé que eso era una barbaridad decirlo (y sigo pensando lo mismo). La música de los melones tenía algo especial que hasta ahora no he vuelto a escuchar en ningún grupo, no sé por qué pero me gustaba más que ninguna. Primero escuché "Contracorriente", pero luego al escuchar las demás canciones, me di cuenta de que Melón Diesel era mi grupo favorito, que había desbancado radicalmente a Backstreet Boys. Llegó un momento en que las revistas Bravo y Súper Pop me aburrían y entre eso y que ahora me gustaba un grupo donde ningún miembro iba de tío bueno y las canciones eran más rockeras, pensé que ya me había hecho mayor y casi tenía superada la edad del pavo. Sin embargo, me faltaba una cosilla para decir que por fin había dejado las chiquilladas atrás: me costaba reconocer que en su día me gustaron los Backstreet Boys, que veía guapo a Nick Carter y que era seguidora del fenómeno fan. Si comentaba mis anteriores gustos, lo hacía riéndome de mí misma y haciendo hincapié en que era una niñata y tenía el gusto en el culo. ¿Pero por qué decía eso? Por lo que he dicho antes: por la inmadurez.
Este lunes he cumplido 25 años y, como todos los años, me llaman mis amigas de Badajoz por teléfono. Como hace mucho que no nos vemos, siempre recordamos esos buenos momentos en los que nos sentábamos en el portal de Saray a hablar de los Backstreet Boys y yo sigo siendo esa friki que se sigue acordando del cumpleaños de cada uno e incluso de las anécdotas que ponían los capítulos de ellos que venían en Súper Pop. Hace mucho tiempo que dejó de ser mi grupo favorito (ese puesto lo sigue ocupando Melón Diesel), pero bueno: ¿qué hay de malo en haber pasado la edad del pavo? Sea como fuere, pasarla es ley de vida. Ya no me avergüenzo de decir que en su día fui fan de los Backstreet Boys. Es más, ahora mismo estoy escuchándolos en You Tube y reconozco que me siento melancólica, porque como dije en un libro (no escrito del todo), en una vida tan corta como la mía, lo que es prácticamente reciente o lo que parece que fue ayer es aquello que llena mi memoria de buenos recuerdos y aquello por lo que puedo sentir nostalgia. Diez o doce años no son nada históricamente hablando, pero sí que puedo decir que Backstreet Boys forman parte de una historia: la mía.







domingo, 1 de febrero de 2009

RAÚL YA ES LEYENDA



Raúl tenía unos seis años cuando le pusieron una vaquilla por delante. Se asustó y salió corriendo. Estaba claro que el niño no se iba a decantar por el toreo, sin embargo, como no se puede decir "de este agua no beberé", años después tendría millones de seguidores locos por verlo hacer verónicas con su capote.
No nació madridista, sino colchonero (algo que se hace extraño recordar después de llevar 14 años sudando la camiseta blanca), pero en 1992, Jesús Gil suprime las categorías inferiores del Atlético de Madrid y es entonces cuando el Real Madrid aprovecha la ocasión para meterlo en su cantera. Nadie puede saber qué habría pasado si Gil no hubiera deshecho la cantera rojiblanca, pero teniendo en cuenta que Raúl debutó con el primer equipo a los 17 años y que los equipos que pueden apostar en España por los mejores jugadores son el Real Madrid y el Barcelona, parece muy evidente que el destino de Raúl estaba escrito con letras blancas.
Desde muy jovencito apuntaba maneras, por eso debutó en primera siendo aún un adolescente. Y es que se sabía que ese niño que llevaba el número siete en su dorsal, no pasaría indiferente por el Real Madrid, mejor equipo del mundo en cuanto a historia y palmarés se refiere. Raúl es un hombre muy inteligente y muy trabajador que aprovecha la más mínima ocasión para marcar. Lleva toda su carrera deportiva dejándose la piel por el Real Madrid y por la Selección, pues a pesar de haber ganado España la Eurocopa sin él, Raúl es a día de hoy el mayor goleador de la selección española, 44 tantos. Lo llaman "el ángel del Madrid", pero también "el que no hace nada". Este último apodo únicamente tiene explicación a través de la ironía, porque si Raúl no hace nada, el resto de los mortales podríamos considerarnos los Mojinos Escozíos. De todas maneras, si Raúl fuera vago, tampoco sería malo, porque marcar más de 300 goles sin hacer nada... eso no es nada fácil.
La historia del Real Madrid está escrita con grandes nombres y uno de ellos es Raúl González Blanco. Durante 14 años, Raúl lleva dando muchas alegrías a los madridistas con golazos, goles chorras, goles de penalty, goles con la mano, de cabeza... hasta con la oreja. Este sábado, Raúl ha igualado la cifra del mítico Alfredo Di Stéfano: 307 goles con la camiseta blanca. Sin embargo, el siete tiene firmado un contrato vitalicio con el Real Madrid y sería muy raro que no volviera a marcar goles nunca más, porque Raúl es como el Ave Fénix: siempre renace de sus cenizas. Todavía quedan muchas ligas, muchas Champions y muchas Supercopas que ganar y aún queda Raúl para rato, pero con estos 307 goles que ha marcado con el Real Madrid, el capitán que con cada título ejerce de torero ya tiene un gran motivo para salir a hombros y por la puerta grande: Raúl ya es leyenda.


BIENVENIDOS

Podría escribir como primera entrada cualquier cosa de cualquier tema que me gusta, pero mejor será presentarme para que sepáis quién soy.
Me llamo Isabel, cumplo mañana 25 años y soy de un pueblo de Córdoba, Santaella. Me gusta mucho escribir y mi gran sueño sería ser escritora y periodista de deportes. Soy la de la foto, aunque en este momento no lo parezca. Es que en la foto estoy bastante arregladita y ahora mismo estoy en chándal y con una cara de gripe que no puedo con ella.
Nunca pensé llegar a escribir un blog personal, pero así es la vida y aquí estamos. No sé si alguien se habrá preguntado por qué este blog se llama El arroyito. Es muy fácil: como mi primer apellido es Arroyo... por eso. ¿De qué va a tratar este blog? Sinceramente, no tengo ni idea. Supongo que escribiré acerca de mis aficiones y mis pasiones, que intentaré ponerme objetiva y al final... Pienso que mis entradas serán más bien artículos de opinión, no noticias, pero bueno, el caso es que pille buenos lectores. Como siempre digo, quien se lea todos mis tochos, se merece un premio.
Bueno, pues como no tengo mucho más que decir, me despido. Espero que leáis mi blog y por supuesto, que os acordéis de que dentro de media hora es mi cumpleaños, que como no os acordéis, me voy a enfadar y mucho.
Un beso y bienvenidos a otro rinconcito virtual más de mi corazón.